domingo, 28 de octubre de 2012

Solo le debo todos los "te amo" que no le dije


Anoche soñé de nuevo lo que ocurrió hace un par de meses. El sueño era idéntico a lo que sucedió en realidad. Todo estaba ahí. Llegué del trabajo, a la misma hora que de costumbre, y encontré a mi madre muy cansada. Su corazón latía muy lento, y daba la impresión de que el tiempo se detenía  despacio. Me exalté mucho y de inmediato intenté llamar a un médico. En cuanto tuve el teléfono en la mano, mi madre me detuvo; sabía que todo acabaría. Me pidió que colocara una manta bajo el cerezo, el árbol más frondoso y alto de todo el jardín. Caminó despacio, se recostó en aquel árbol y cerró los ojos. No pasaron más de dos minutos, cuando noté que había dejado de moverse. Le hablé repetidas ocasiones y no me contestaba. “¡No te mueras, viejita. Por favor!” le dije en repetidas ocasiones, mientras lloraba desesperadamente. “¡Es mi maldita culpa por obedecerla, por no llamar al medico!”. Acababa de perder a la persona que más amaba en el mundo, por no actuar adecuadamente; pero, esta vez el sueño me causó un sentimiento extraño y muy diferente al de ocasiones anteriores.

Carla me visitó esta mañana. Pasamos toda la mañana hablando ese sueño, y no fue hasta después de unas cuantas horas, que quedé convencido que no tuve la culpa de nada. Entonces ella se marchó tranquila. Solo hice la última voluntad de mi madre y Carla me ayudo a comprenderlo. Sin embargo, esa tristeza arraigada en mi cabeza no desapareció. Extraño tanto a mi mamá y no pude decirle lo mucho que la amaba, ya que no tuve tiempo…

Faltan pocos días para regresar a la escuela. El uniforme, la mochila e incluso el cuarto, donde vivía durante el periodo escolar, están listos. Me siento triste. La escuela queda bastante lejos de mi casa y no podré seguir viendo a Carla. Además, mi espaciosa casa no se compara con aquel cuarto viejo y mal pintado en el que tendré que vivir de nuevo, y ahora los gastos que tengo son más grandes, así que tendré que compartirlo con alguien más para distribuirnos los gastos de la renta. Creo que debo comenzar a hacer publicidad del cuarto y pegarla en cuanto vaya a inscribirme. Además, creo que comienza a hacerme falta una rasurada y un corte de cabello. Esa escuela es tan rígida como un colegio militar.

domingo, 21 de octubre de 2012

Pensándolo bien


Después de varios días de insomnio, hoy pude dormir toda la noche. No supe exactamente a que hora desperté; pero me quedé acostado mucho tiempo, hasta que escuché repetidos golpes en la puerta. ¡Que extraño! Debe de ser un vendedor o tal vez se trate de un testigo de Jehová, pensé mientras me dirigía a abrir. En cuanto llegué a la puerta, percibí un aroma a rosas que contrastaba con el olor nauseabundo a humedad de mi casa. Al abrir la puerta, noté que se trataba de Carla. Estaba más bella que de costumbre. La miré a los ojos, y en ese instante me arrebató una sonrisa. A la vez que me correspondía, sacó de su mochila un limpiador de pisos. Lo único que pude pensar en ese momento fue: "¿Qué pretende hacer con esa cosa, vendérmela?" Enseguida, me dio un par de guantes de hule, aromatizante ambiental, una jerga y jabón en polvo, y entró a mi casa dejándome parado en la entrada con todas esas cosas. Me recordó que se acercaba la Navidad, y todo tenía que estar en orden y limpio. No le encontré sentido a sus palabras; sin embargo, dudas y más dudas se posaban en mi cabeza. ¿Por qué razón una chica como ella perdería su tiempo ayudándome a limpiar este basurero? ¡Soy un idiota!  En vez de estar agradecido por su cortesía, me la paso preguntándome por qué me ayuda o qué pretende.

Mientras limpiábamos la casa, recordamos los pocos ratos compartidos durante la secundaria. Entonces, surgió la conversación acerca del próximo inicio de semestre. Me preguntó si regresaría a la preparatoria en Febrero y así, lograr graduarme en Agosto. Me quedé callado. No parecía muy contenta, así que no preguntó nada más. Me contó sus planes para el año próximo, lucía muy entusiasmada. Pretendía ponerse a dieta, aprender a tocar la guitarra y conseguir un mejor puesto en la empresa donde trabaja. Eso de aprender a tocar la guitarra y ascender de puesto en su trabajo, me pareció excelente. Pero, ¿bajar de peso? ¡Eso no tiene sentido! Es muy delgada. Su prominente cadera denota que ha dejado atrás la adolescencia, y lo que ella considera sobrepeso es en realidad madurez. Después de unas cuantas horas, terminamos la limpieza. Ella se despidió dándome un beso el la mejilla y diciéndome: "hasta mañana".

Ahora que analizo todo lo que sucedió, me doy cuenta. Mantenerme ocupado y con compañía, ahuyenta el sentimiento de culpa.

domingo, 14 de octubre de 2012

Lidiando con realidades


De repente, tuve la sensación de un golpe en la frente que me obligó a despertar un tanto aturdido, y no fue hasta al cabo de unos instantes que recuperé la razón; creo que no he podido dormir bien desde que murió mí madre. Me acerqué al buró para mirar el reloj y me di cuenta que apenas había podido dormir unos cuantos minutos. Sin más que hacer, me dirigí de nuevo a la cama tratando de conciliar el sueño. Pero esa terrible sensación de soledad no salía de mi cabeza. Conforme las horas pasaban y pasaban, no pude más que dar de vez en cuando unas vueltas acostado sobre mi cama.


En cuanto comenzó a salir el sol me levanté de la cama, pues no le veía sentido a seguir perdiendo el tiempo de esa manera, ya que no podía ni cerrar los ojos. En el silencio de mi habitación, solo escuchaba una voz en mi cabeza que decía: “No fue tu culpa, no fue tu culpa”. Mientras goteaban un par de lágrimas.


¡En qué clase de vida he caído! Apenas dirigí la mirada hacia el reloj y  noté que ya habían transcurrido dos horas desde que me paré frente a la ventana para ver hacia el exterior de mi casa. De pronto, sonó mi celular, y apenas se registró el número telefónico de mi padre en la pantalla, decidí que sería mejor no contestarle. Lo único que ha venido haciendo desde que decidió irse de  la casa y dejarme vivir solo, es pedirme dinero, y la verdad ni tengo ni estoy del todo contento con él.


Creo que lo mejor será que salga a tomar un paseo alrededor de la colonia o tal vez fumar un cigarrillo sobre la acera. Creo que pasar el fin de semana encerrado en casa me ha traído un color frío y pálido sobre la piel.


Pensándolo bien, lo mejor será que me quede en casa. No quisiera encontrarme a Carla. Desde que murió mi madre, se ha portado muy linda, y la verdad me apenaría demasiado si me viera en estas condiciones. Mejor trataré de dormir un poco. Pero antes, llamaré a Carlos para preguntar sobre el taxi que me legó mi abuelo, y que le he confiado para que lo trabaje. Es mi única fuente de ingresos, y si falla, no tendré para los gastos que se me presenten en la escuela.