Anoche soñé de nuevo lo que ocurrió
hace un par de meses. El sueño era idéntico a lo que sucedió en realidad. Todo
estaba ahí. Llegué del trabajo, a la misma hora que de costumbre, y encontré a
mi madre muy cansada. Su corazón latía muy lento, y daba la impresión de que el
tiempo se detenía despacio. Me exalté
mucho y de inmediato intenté llamar a un médico. En cuanto tuve el teléfono en la
mano, mi madre me detuvo; sabía que todo acabaría. Me pidió que colocara una
manta bajo el cerezo, el árbol más frondoso y alto de todo el jardín. Caminó
despacio, se recostó en aquel árbol y cerró los ojos. No pasaron más de dos
minutos, cuando noté que había dejado de moverse. Le hablé repetidas ocasiones
y no me contestaba. “¡No te mueras, viejita. Por favor!” le dije en repetidas
ocasiones, mientras lloraba desesperadamente. “¡Es mi maldita culpa por
obedecerla, por no llamar al medico!”. Acababa de perder a la persona que más
amaba en el mundo, por no actuar adecuadamente; pero, esta vez el sueño me causó
un sentimiento extraño y muy diferente al de ocasiones anteriores.
Carla me visitó esta mañana. Pasamos
toda la mañana hablando ese sueño, y no fue hasta después de unas cuantas horas,
que quedé convencido que no tuve la culpa de nada. Entonces ella se marchó
tranquila. Solo hice la última voluntad de mi madre y Carla me ayudo a
comprenderlo. Sin embargo, esa tristeza arraigada en mi cabeza no desapareció.
Extraño tanto a mi mamá y no pude decirle lo mucho que la amaba, ya que no tuve tiempo…
Faltan pocos días para regresar a
la escuela. El uniforme, la mochila e incluso el cuarto, donde vivía durante el
periodo escolar, están listos. Me siento triste. La escuela queda bastante
lejos de mi casa y no podré seguir viendo a Carla. Además, mi espaciosa casa no
se compara con aquel cuarto viejo y mal pintado en el que tendré que vivir de
nuevo, y ahora los gastos que tengo son más grandes, así que tendré que
compartirlo con alguien más para distribuirnos los gastos de la renta. Creo que
debo comenzar a hacer publicidad del cuarto y pegarla en cuanto vaya a
inscribirme. Además, creo que comienza a hacerme falta una rasurada y un corte
de cabello. Esa escuela es tan rígida como un colegio militar.
“¡No te mueras viejita por favor!” ... Checa tu uso de comas para vocativos
ResponderEliminarGracias, señor.
Eliminar:D
Excelente fondo musical. Me sentí triste.
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